Exposición Gestar La Díada

Exposición Gestar La Díada

Exposición de la Galería GAE que nos presenta durante el mes de marzo del 2023 la nueva exposición de la artista Andrea Lampa “Gestar la Díada”

Te invitamos a la inauguración este martes 7 de marzo para iniciar una semana que se vienen dedicada de actividades para la mujer.

Curatoria Exposición

La maternidad produce un cambio en la vida de la madre que no se puede imaginar hasta experimentarlo día a día; cómo de un cuerpo se logra gestar y dar vida a otro, es realmente una experiencia surrealista. Luego, estos dos seres unidos forman un dúo que se mantendrá por siempre, pese a los cambios materiales y/o existenciales que puedan suceder.

Las sensaciones y emociones son tan diversas y opuestas, que pareciera que la maternidad estuviese suspendida sobre un péndulo; alegría, angustia, rabia, desconcierto, tranquilidad, amor, orgullo, cansancio, felicidad, inocencia, aprendizaje y tantas otras sensaciones que pueden estar presentes casi todos los días. La díada se va gestando a través del apego, las miradas, caricias, escucha y amor.

Cuántas veces observé su rostro, su mirada penetrante mientras la alimentaba; estando en mi pecho no sólo le daba la leche, sino amor, calor, cobijo, seguridad y cariño. Además, se producía el efecto de un espejo, en sus ojos estaba yo, con miles de emociones que giraban como un carrusel. Este fue el primer momento que quise plasmar pictóricamente y fue el punto inicial de este proyecto.

Luego surgieron otras imágenes que anhelaba pintar, como mi cuerpo reflejado y distorsionado en el teléfono de la ducha. Pensaba, “¿no es así como queda después de un embarazo?…. Deforme, semejante al efecto de ojo de pez que producía este objeto. Mi cuerpo y mi mente nunca volverán a ser lo mismo, porque todo ha cambiado, la maternidad genera esta radicalidad”.

Así continuaron apareciendo nuevos reflejos relacionados con nuestra vida cotidiana: lavarle las manos y vernos en el tapón de acero del lavamanos o en la guitarra dorada, mientras su padre interpretaba canciones creadas para ella. En su primer cumpleaños compramos un globo metalizado, ahí aparecieron nuevos reflejos que muestran la alegría y ternura de mi hija, su entorno, como la plaza que habitualmente recorríamos o los primeros compañeros de viaje.

Estas vivencias y experiencias son parte de ésta díada que comenzó a gestarse hace casi 3 años y que sigue día a día. Por esta razón una de las obras no está terminada, está en pleno proceso, ya que la maternidad nunca termina, es un constante aprendizaje con muchos cambios, al igual que esta pintura que comenzó hace 10 años con la temática de la naturaleza y que hoy se mezcla con la maternidad.

Biografía Andrea Lampas Rosenthal

Desde la infancia mostró afinidad por la artes manuales y la pintura, pidiendo de regalo para cumpleaños y navidades, óleos y lienzos. Por lo mismo, estudió Licenciatura en Artes Visuales, con mención en pintura, obteniendo su primer reconocimiento como artista con la selección de su examen de grado como uno de los más destacados de ese año, siendo exhibido en la exposición anual que realizó la Universidad Finis Terrae el año 2007.

Asimismo, la educación y psicología fueron carreras que apreciaba, por lo que en el año 2011 decidió cursar un magíster en Arte Terapia, dedicándose por muchos años a enseñar pintura, hacer talleres artísticos y a realizar sesiones de arte terapia a niños, niñas y adultos con diversas necesidades (autismo, problemas psiquiátricos, epilepsia, entre otros).

Durante su trayectoria laboral, también ha ejercido como gestora cultural, realizando y fomentando la expresión artística en personas de diferentes sectores sociales y edades.

La artista siempre ha tenido curiosidad por conocer y aprender de otras culturas, viviendo diferentes experiencias que la llevaron a viajar por Asia, África, Europa y Latinoamérica, donde trabajó voluntariamente en distintas áreas, siendo una de ellas la conservación del medio ambiente y fauna silvestre, temática relacionada con su exposición colectiva: “Vida útil”, los años 2018 y 2019 en la comuna de La Reina.

Estos últimos 2 años, la maternidad reorientó su vida, reencontrándose y dedicándose por completo a la pintura. De aquí nace su idea y proyecto para la exposición “GESTAR LA DÍADA”.

Poemas de las madres

La exposición además será acompañada por poemas de Gabriela Mistral, “Poemas de las madres”
(edición digital Ediciones Biblioteca Nacional. Compilación de textos y edición: Álvaro Cárdenas Castro*):

“Me ha besado”

Me ha besado Me ha besado y ya soy otra: otra, por el latido que duplica el de mis venas y por el aliento que se percibe entre mi aliento. Mi vientre ya es noble como mi corazón… Y hasta encuentro en mi hálito una exhalación de flores: ¡todo por aquel que descansa en mis entrañas blandamente, como el rocío sobre la hierba!

“¿Cómo será?”

¿Cómo será? Yo he mirado largamente los pétalos de una rosa, los palpé con delectación: querría esa suavidad para sus mejillas. Y he jugado en un enredo de zarzas, porque me gustarían sus cabellos así, oscuros y retorcidos. Pero no importa si es tostado, con ese rico color de las gredas rojas que aman los alfareros, y si sus cabellos lisos tienen la simplicidad de mi vida. Miro las quiebras de las sierras, cuando se van poblando de niebla, y hago con la niebla una silueta de niña, de niña dulcísima: que pudiera ser eso también. Pero, por sobre todo, yo quiero que mire con el dulzor que él tiene en la mirada, y que tenga el temblor de su voz cuando me habla, pues en el que viene quiero amar a aquel que me besara.

“La dulzura”

Por el niño dormido que llevo, mi paso se ha vuelto sigiloso. Y es religioso todo mi corazón, desde que lleva el misterio.
Mi voz es suave, como por una sordina de amor, y es que temo despertarlo. Con mis ojos busco ahora en los rostros el dolor de las entrañas, para que los demás miren y comprendan la causa de mi mejilla empalidecida. Hurgo con miedo de ternura en las hierbas donde anidan codornices. Y voy por el campo silenciosa, cautelosamente: creo que árboles y cosas tienen hijos dormidos, sobre los que velan inclinados.

“Sensitiva”

Ya no juego en las praderas y temo columpiarme con las mozas. Soy como la rama con fruto. Estoy débil, tan débil que el olor de las rosas me hizo desvanecer esta siesta, cuando bajé al jardín. Y un simple canto que viene en el viento o la gota de sangre que tiene la tarde en su último latido sobre el cielo, me turban, me anegan de dolor. De la sola mirada de mi dueño, si fuera dura para mí esta noche, podría morir.

“La quietud”

Ya no puedo ir por los caminos: tengo el rubor de mi ancha cintura y de la ojera profunda de mis ojos. Pero traedme aquí, poned aquí a mi lado las macetas con flores, y tocad la cítara largamente: quiero para él anegarme de hermosura. Digo sobre el que duerme estrofas eternas. Recojo en el corredor horas tras horas el sol acre. Quiero destilar como la fruta miel hacia mis entrañas. Recibo en el rostro el viento de los pinares. La luz y los vientos coloreen y laven mi sangre. Para lavarla también ya no odio, no murmuro, ¡solamente amo! Que estoy tejiendo en este silencio, en esta
quietud, un cuerpo, un milagroso cuerpo, con venas y rostro, y mirada, y depurado corazón.

“Imagen de la tierra”

No había visto antes la verdadera imagen de la Tierra. La Tierra tiene la actitud de una mujer con un hijo en los brazos (con sus criaturas en los anchos brazos). Voy conociendo el sentido maternal de las cosas. La montaña que me mira, también es madre, y por las tardes la neblina juega como un niño por sus hombros y sus rodillas. Recuerdo ahora una quebrada del valle. Por su lecho profundo iba cantando una corriente que las breñas hacen todavía invisible. Ya soy como la quebrada; siento cantar en mi hondura este pequeño arroyo y le he dado mi carne por breña hasta que suba hacia la luz.

“Al esposo”

Esposo, no me estreches. Lo hiciste subir del fondo de mi ser como el lirio de aguas. Déjame ser como un agua en reposo. ¡Ámame, ámame ahora un poco más! Yo ¡tan pequeña! te duplicaré por los caminos. Yo ¡tan pobre!, te daré otros ojos, otros labios con los cuales gozarás el mundo; yo ¡tan tierna!, me hendiré como un ánfora por el amor, para que este vino de la vida se vierta. ¡Perdóname! Estoy torpe al andar, torpe al servir tu copa; pero tú me henchiste así y me diste esta extrañeza con que me muevo entre las cosas. Seme más que nunca dulce. No remuevas ansiosamente mi sangre; no agites mi aliento. ¡Ahora soy sólo un velo; todo mi cuerpo es un velo bajo el cual duerme un niño!

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